NACIMIENTO DE FRANCISCO DE QUEVEDO (14 SEPTIEMBRE 1580)

Hace un par de meses que los expertos han determinado, parece de forma definitiva, la fecha de nacimiento del escritor Francisco de Quevedo. Bien es verdad que unos días más o unos menos no hacen verano y que importa poco en comparación con su vida y su obra pero había curiosidad en conocer el día exacto de su nacimiento y una carta a un amigo lo ha desvelado al explicarle la razón la razón de su nombre así como el estado de la luna la noche en que nació: el 14 de septiembre de 1580 en Madrid. Estuvo toda su vida vinculado a altos cargos en la Corte, (Madrid, Valladolid... en este tiempo cambió de sede la capitalidad) lo que le supuso unos momentos de auge y triunfo en los que llevó a cabo misiones diplomáticas obteniendo premios como el hábito de Santiago por aquel entonces de mucha relevancia, y otros de caída en los que acabó en prisión. Todo ello al compás de lo que le acontecía a los personajes a cuyo servicio estuvo. En cuanto a sus cualidades literarias, Baltasar Gracián y Quevedo son los máximos representantes de una forma de escribir llamada “conceptismo” que consiste en utilizar la expresión concisa y breve utilizando palabras de diferente sentido y buscando relaciones ingeniosas entre ellas. Todo ello hace difícil su lectura. Mantuvo durante toda su vida literaria un enfrentamiento cruel y disparatado con el poeta cordobés Luís de Góngora y Argote (1561-1627) que les llevó a ambos a obsequiarse con los más dolorosos insultos expresados a través de la literatura. Según la mayoría de las opiniones, parece que los primeros poemas de Quevedo imitaban o parodiaban los del cordobés y Góngora detectó con rapidez al joven que minaba su reputación y ganaba fama a su costa; decidió atacarlo con una serie de poemas y Quevedo le contestó; ese fue el comienzo de una enemistad que no terminó hasta la muerte del poeta cordobés, quien dejó en estos versos tan conocidos constancia de la deuda que Quevedo le tenía contraída
 Musa que sopla y no inspira
 y sabe que es lo traidor
poner los dedos mejor
 en mi bolsa que en su lira,
 no es de Apolo, que es mentira.
Independientemente de ese juego juvenil de imitación, Francisco de Quevedo forma parte del grupo de escritores y poetas más excelso y privilegiado de las letras castellanas. Por haber quedado con fama de escritor satírico y burlesco (el famoso soneto “A una nariz”, que copiamos abajo, es de los versos más conocidos de la literatura española) es justo referirse a su faceta lírica, sensible y amorosa. Valga también como ejemplo el otro soneto (titulado “Amor constante más allá de la muerte”) que para muchos expertos es una de las poesías de mayor altura literaria de toda la historia. Escribió prosa y verso. De las de prosa resulta muy difícil, dentro de una producción en la que hay obras político-religiosas, festivas, ascéticas y filosóficas, traducciones, satírico-morales destacar alguna. En cuanto a la poseía hay multitud de ediciones en formato económico y muy fáciles de manejar para su lectura. Murió el 8 de agosto de 1645 en Villanueva de los Infantes.
 Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.
Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.
 Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce Tribus de narices era.
 Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.
 Cerrar podrá mis ojos la postrera
 sombra que me llevare el blanco día,
 y podrá desatar esta alma mía
 hora, a su afán ansioso lisonjera;
 mas no de esotra parte en la ribera
 dejará la memoria, en donde ardía:
 nadar sabe mi llama el agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
 alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
 venas, que humor a tanto fuego han dado,
médulas, que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
 serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.