ESTRENO DE "DON JUAN TENORIO" DE JOSÉ ZORRILLA (28 MARZO 1845)

            La muy célebre y celebrada obra de teatro “Don Juan Tenorio” fue escrita por José Zorrilla y presentada en esa fecha en un teatro de Madrid.

            El argumento es muy conocido.
La acción transcurre en Sevilla a mitad del siglo XVI y tiene dos partes diferenciadas.
En la primera, tras un año durante el que Don Juan Tenorio y Don Luís Mejía debían hacer todas las maldades posibles para ganar una apuesta («quién haría en un año, con más fortuna, más daño»), ambos se encuentran en un bar de la ciudad andaluza (la “Hostería del Laurel”) para comparar sus resultados: víctimas, viajes, violaciones, muertos, conquistas..., quedando ganador don Juan. Pero Don Luís lo vuelve a desafiar diciéndole que lo que le falta en la lista es «una novicia que esté para profesar». Don Juan le apuesta que la conquistará y que, además, le quitará a su prometida, Doña Ana de Pantoja.
Mientras Brígida, tutora de doña Inés y comprada por don Juan, trata de enamorarla, éste cumple su promesa y, con engaño haciéndose pasar por su contrincante, vence la voluntad de Ana de Pantoja. Luego se presenta en el convento y, cuando doña Inés se desmaya al verlo delante, aprovecha para llevársela a su casa.
Es allí mientras ambos hablan de amor (el famoso “¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor...?”) cuando se presentan, por una parte, don Luís con la intención vengar la afrenta por su amada y, por otra, el comendador don Gonzalo, padre de doña Inés. Ambos con las peores intenciones.
Don Juan se humilla ante don Gonzalo suplicando que le conceda a su hija (“yo idolatro a doña Inés / persuadido de que el cielo / me la quiso conceder / para enderezar mis pasos / por el sendero del bien... Lo que justicias ni obispos / no pudieron de mí hacer / con cárceles y sermones, / lo pudo su candidez”). Pero Don Gonzalo no le cree y se niega. Don Luís trata de aliarse con el comendador para matarlo, pero es Don Juan éste el que le propina un balazo a don Gonzalo y una estocada a Don Luís.
Don Juan huye a Italia.

Han pasado cinco años. Don Juan regresa a Sevilla y visita el cementerio donde está enterrada Doña Inés, que murió de amor. Ésta también ha hecho una apuesta, pero con Dios: si logra el arrepentimiento del joven, los dos se salvarán pero, si no lo consigue, se condenarán eternamente.
Al cementerio llegan don Rafael de Avellaneda y el capitán Centellas, que saludan a don Juan tras por haber pasado tanto tiempo sin verle.
Ante la tumba de Don Gonzalo, Don Juan invita al comendador a cenar y decide ponerle un cubierto en su mesa. De esa manera, mientras don Juan cena con Centellas y Avellaneda, se escuchan aldabonazos dentro de la casa cada vez más cerca, la estatua de don Gonzalo aparece y Centellas y Avellaneda caen desmayados. El comendador avisa a don Juan que le queda un sólo día de vida, y que deberá arrepentirse para no condenar su alma. Tiempo después llega la sombra de doña Inés, que le dice que cuanto dijo el comendador es cierto.
Centellas y Avellaneda despiertan y se muestran enfadados con don Juan. Creen que se ha querido divertir a costa suya y lo retan a duelo.
La obra termina con Don Juan en el cementerio, donde don Gonzalo le informa que Centellas lo mató en la puerta de su casa, y que por fin todo ha terminado. Y, cuando el espíritu del Comendador está a punto llevarse a Don Juan al infierno, Doña Inés interviene y le ruega que se arrepienta pues
            un punto de contrición,
            da a un alma la salvación
            y ese punto aun te dan.
La joven gana la apuesta y los dos suben al cielo rodeados de cantos e imágenes celestiales.

            Aunque hay algunas figuras literarias de épocas pasadas a las que puede parecerse (seductor de mujeres, reprobado por su padre y castigado por la ira divina), no está nada claro el origen del mito y del personaje que triunfa en el siglo XIX. La obra “El burlador de Sevilla y convidado de piedra”, atribuida generalmente al autor clásico español Tirso de Molina (1579-1648).
            A este respecto es interesante destacar el diferente tratamiento del argumento según la época en que fue escrito. Y así, mientras el personaje de Tirso de Molina acaba condenándose, el de José Zorrilla, en pleno período romántico, se salvará, gracias a la mediación de doña Inés.
            Tanto en España como en el extranjero el personaje de don Juan ha dado origen a ensayos filosóficos, estudios sicológicos del personaje, tratados y también obras de creación literaria. Algunos comentaristas lo equiparan en universalidad y peso literario con Don Quijote.
            Es tradición representarla o, al menos, leerla, en los primeros días de noviembre.

            José Zorrilla nació en Valladolid en 1817 de familia rígida y tradicional, que se trasladó a vivir a Madrid. Tras estudiar Leyes sin éxito, huyó de su casa y de improviso se hizo famoso al leer unos versos en el entierro de Mariano José de Larra.  Se caso con una viuda mucho mayor que él pero, huyendo de ella, vivió en Paris, Londres y Méjico donde fue acogido en la corte del emperador Maximiliano. Tras quedar viudo, regresó a Madrid y se caso de nuevo. Siempre con apuros económicos, que trataba de amortiguar con recitales públicos, fue un autor reconocido en vida que obtuvo numerosos honores, entre los que sobresalen su nombramiento de cronista de Valladolid (1884) y su coronación como poeta nacional en Granada (1889). Murió en Madrid en 1893.