RENDICIÓN DE BREDA (5 JUNIO 1625)

            La rendición de Breda es un acontecimiento político-militar que ocurrió durante la llamada “guerra de los ochenta años”, o de Flandes, en la que los Países Bajos se enfrentaron a España desde 1568 hasta 1648 (de que se habló el 15 de mayo pasado), y que acabó con la independencia de las siete provincias que hoy se llaman Países Bajos u Holanda, de religión protestante. Bélgica y Luxemburgo, católicas, permanecieron dentro de la corona española.
Breda es una ciudad del Sur de Holanda, que alternativamente pasó de manos de los holandeses a la de los españoles. El 5 de junio de 1625, tras un asedio que resultó famoso, se rindió a los tercios españoles a cuyo mando estaba el general Antonio Spínola. Los holandeses la recuperaron doce años más tarde.
Velázquez, en el cuadro llamado “La Rendición de Breda” o “De las lanzas”, representó la entrega de las llaves de la ciudad a los vencedores.

Felipe IV había nombrado jefe de las tropas al genovés Antonio de Spínola que pasaba por ser el mejor estratega a su servicio conocido en aquella época. Al decir de las crónicas, el cerco y sitio a la ciudad fue una lección de estrategia militar. Algunos generales de otras naciones acudieron allí en calidad de lo que hoy se entiende como «agregado militar» para conocer y observar la táctica del gran Spinola.
Lo principal era impedir que hasta el sitio llegaran refuerzos de víveres y municiones para lo que se realizaron una serie de acciones como anegar los terrenos inmediatos e impedir así el paso a la posible ayuda.
Las crónicas de la época cuentan que la defensa fue heroica pero al final tuvo que rendirse y lo hizo el 5 de junio de 1625. Fue una capitulación honrosa que el ejército español reconoció como tal, admirando en su enemigo la valentía de los asediados. Por ello permitió que la guarnición saliera formada en orden militar, con sus banderas al frente. Los generales españoles dieron la orden de que los vencidos fueran rigurosamente respetados y tratados con dignidad.
Las crónicas cuentan también el momento en que el general español Spinola esperaba fuera de las fortificaciones al general holandés Nassau. La entrevista fue un acto de cortesía y el enemigo fue tratado, sin humillación. Este es el momento histórico que eligió Velázquez para pintar su cuadro.

El cuadro (junto con otros doce) se pintó para decorar el denominado salón del Reino del palacio del Buen Retiro, la estancia más relevante pues era donde Felipe IV recibía a los embajadores y demás autoridades extranjeras. A fin de impresionarles con una imagen de poder bélico y económico, se decidió decorar este gran salón con imágenes de los principales éxitos militares de España, aunque hay que reconocer que en aquel tiempo ya se había iniciado la decadencia de España. (El actual parque del Retiro es una parte de aquellos terrenos). Exceptuando un cuadro que resultó destruido, uno de los dos que pintó Zurbarán, la serie de doce se conserva en el museo del Prado aunque se exhibe separada.
Velázquez desarrolla el tema sin vanagloria ni sangre. Los expertos en arte señalan cómo los dos protagonistas están en el centro de la escena y más parecen dialogar como amigos que como enemigos. Justino de Nassau aparece con las llaves de Breda en la mano y hace ademán de arrodillarse, lo que, a diferencia de la costumbre, impide el general español que pone una mano sobre su hombro. Igualmente se aleja de la gravedad que dominaban los cuadros de batallas.

            Además de cuadros pintados por otros autores, este acontecimiento sirvió también para una obra de Calderón de la Barca “El sitio de Breda”.