FUNDACIÓN DE ROMA (21 ABRIL 753 a.n.e.)

     Aunque envuelta en la leyenda, el mito y las tradiciones, junto con algunos breves atisbos históricos, la acción de fijar la fecha de la fundación de Roma con tanta precisión y exactitud no puede ser sino el resultado de un acuerdo voluntarista. Así es a fin de cuentas como se determinó que este acontecimiento ocurriese el día 21 de abril de 753 a.n.e. Y quien la fijó fue Marco Terencio Varrón (116-27), un gran erudito que simultaneó en alto grado las tareas de escritor, militar y funcionario, y que, barajando fechas aproximadas que ya venían apuntándose (todas en el intervalo entre 758 y 728), acabó señalando ese día y año.
    Porque, mientras que los años variaban, todas las versiones estaban de acuerdo en cuanto al día, el 21 de abril, una jornada dedicada al culto de Pales, una divinidad del campo, protectora de la tierra y del ganado doméstico y consiguientemente también de los pastores. En ese día, que ya venía siendo una fecha consagrada por los griegos a la purificación, se celebraba una importante fiesta romería, que luego fue sustituida por la celebración de la fundación de la ciudad.

   Dos leyendas principales están vinculadas a la fundación de Roma, leyendas que historiadores y poetas trataron con mayor o menor fortuna de unificar: por una parte, el resultado de la guerra de Troya y la supervivencia de uno de sus personajes más principales, Eneas (cuyo relato se narra primordialmente en la “Eneida” de Publio Virgilio) y, por otra, la conocida de los gemelos Rómulo y Remo (contada en este caso, por citar un texto de especial importancia, por Tito Livio en su obra “Historia de Roma desde su fundación”). El problema fundamental que ofrecían ambos relatos, no solo entre sí sino también respecto a otros acontecimientos, como por ejemplo la guerra de Troya, era el de conjugar y compatibilizar las fechas para que no se produjera un vacío especialmente largo entre unos y otros acontecimientos. Aunque con discutible acierto, según la opinión más general, autores ha habido que hasta han llegado a hacer a Rómulo y Remo nietos de Eneas.

      El relato sobre Eneas cuenta que, casi único superviviente tras la guerra de Troya en la que fallece su esposa, consigue escapar, ayudado por su madre Venus, de la destrucción que los griegos han provocado, llevando consigo a su anciano padre Anquises y a su hijo Ascanio. Tras un largo y complicado viaje que dura siete años, llega hasta Cartago donde gobierna la reina Dido que se enamora perdidamente del héroe. Pero Eneas, que ha recibido el encargo de los dioses de fundar una ciudad, la abandona, lo que da origen a que la reina se suicide jurando odio mortal a la estirpe venidera de Eneas, interpretación con la que se justifica de manera mítica la eterna enemistad entre dos pueblos, el de Cartago y el de Roma, que conduciría a las guerras púnicas.
     Llegado por fin a Italia, es recibido amistosamente por el rey Latino, que habitaba en la región del Lacio, y que, siguiendo un designio divino, le entrega como esposa a su hija Lavinia. 

      Viendo los historiadores que había un período demasiado largo desde la caída de Troya, se empezó a hablar de una dinastía intermedia, los Silvios, que es la interpretación que utiliza, además de otros autores, Tito Livio en el I de sus libros, entendiendo que fueron otras las ciudades que Eneas y los suyos, tras varios acontecimientos, fundaron. 
    Según este texto, Amulio, último rey de la dinastía, tras desbancar a su hermano mayor Númitor del trono y con la intención de evitar cualquier descendencia suya, elige, con el pretexto de concederle un honor, como vestal a su sobrina Rea Silvia dejándola sin esperanza de tener hijos en razón de la virginidad propia de tan alto cargo. Pero la vestal es forzada y da a luz dos gemelos, Rómulo y Remo, proclamando que Marte era el padre de dudosa descendencia. Pero ni los dioses ni los hombres la protegieron a ella o sus niños de la crueldad del rey: la sacerdotisa fue enviada a prisión y se ordenó que las criaturas fuesen arrojadas al río.
      Sin embargo por un azar debido a los dioses ocurrió que el Tíber, desbordado, impidió que quienes llevaban a los niños se pudieran acercar al  curso principal, por lo que los abandonaron en esas aguas estancadas en la confianza de que así se ahogarían. La tradición sostiene que, después que las aguas se retiraban, una loba sedienta de las colinas circundantes, atraída por el llanto de los niños, se acercó a ellos, les dio a chupar sus mamas y fue tan amable con ellos que el mayoral del rey la encontró lamiendo a los niños con su lengua. Según la historia, su nombre era Fáustulo. Se llevó a los niños a su choza y los dio a su esposa Larentia para que los criara. Hay quienes opinan que a Larentia, por su vida impura, se le había puesto el apodo de "Loba", entre los pastores, y que este fue el origen de la historia maravillosa.(En latín, loba tiene el doble significado de nombre de animal y de prostituta. De ahí el juego de palabras que hace Tito Livio y que era evidente para sus lectores. -Nada tiene que ver pero es como si en castellano jugásemos dialécticamente con el término zorra-. Con la doble lectura de loba, se apunta la posibilidad tanto de un origen mítico o divino como humano).
     Pero tan pronto como los niños, así nacidos y criados, llegaron a ser hombres jóvenes que no descuidaban sus deberes pastoriles, su auténtico placer era recorrer los bosques en expediciones de caza. Como su fuerza y valor se fueron así desarrollando, solían no sólo acechar a los feroces animales de presa, sino que incluso atacaban a los bandidos cuando cargaban con el botín. Distribuían lo que llevaban entre los pastores con quienes, rodeados de un grupo cada vez mayor de jóvenes, se fueron asociando tanto en sus empresas serias como en sus deportes y pasatiempos. Tras varios incidentes en los que intervienen y dan origen a que Númitor recupere su reino, este, haciendo cábalas, cae en la cuenta de que son sus nietos y como a tales reconoce y premia.
     Es entonces cuando Rómulo y Remo quedaron poseídos del deseo de construir una ciudad en el lugar donde habían sido abandonados. El problema que surge entonces es que, al ser gemelos, se desconoce a quién elegirían los dioses tutelares para dar nombre y gobierno a la ciudad por lo que se hace preciso tomar augurios que efectivamente hacen cada uno. Se cuenta que Remo había sido el primero en recibir un presagio: seis buitres se le aparecieron. Pero a continuación de producirse el augurio, a Rómulo se le apareció el doble y de esta forma cada uno fue saludado como rey por sus partidarios. Los unos basaron su aclamación en la prioridad de la aparición, los otros en el número de aves. Llegados a las manos en el altercado consiguiente, el calor de la pasión condujo al derramamiento de sangre y, en el tumulto, Remo fue asesinado. La creencia más común es que había saltado con desprecio sobre las recién levantadas murallas y fue de inmediato asesinado por un Rómulo enfurecido, que exclamó: "Así será de ahora en adelante con cada uno que salte por encima de mis muros." Rómulo se convirtió de esta manera en gobernante único, y la ciudad fundada recibió el nombre de su fundador.

     Junto a estas dos leyendas, otras interpretaciones posteriores, también actuales, plantean el origen de Roma a través de procesos más científicos desde el punto de vista social y económico. Se puede afirmar que solo en un punto coinciden la mayoría de los investigadores de la Fundación de Roma y es que en ella se mezclaron los latinos y los sabinos.

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